lunes, 5 de diciembre de 2011

Doña Berta...

    Ayer, viendo una reunión de señoras mayores de 70 en una cafetería, recordé una anécdota que me sucedió en los comienzos de mi carrera profesional.... llamemos a mi paciente Doña Berta, (evidentemente este no es su verdadero nombre).... Doña Berta era una señora mayor, muy bien conservada, funcionaria del estado jubilada y que medicamente no tenía nada de nada.... pero espiritualmente tenia soledad... como muchos de nuestros mayores. Venía a verme una vez cada 2 semanas y me contaba “sus penas”.
   Cierto día, ya lanzada a confidencias, me miro muy seriamente y me dice: “Doctora, quiero pedirle un favor…. Ya sé que afortunadamente no tengo tratamiento para ninguna dolencia, pero es que cuando quedo a merendar con mi grupo de amigas, todas empiezan a sacar el pastillero y que si para la tensión, azúcar, artrosis, colesterol… en fin que me miran como a un bicho raro porque no tomo ninguna…. ¿Podría usted mandarme algo?”.
   Imaginaos como tenía que sentirse para solicitarme tal cosa… ¿es que acaso no se valora el estar sano?... se ve que no, cuando uno llega a determinada edad lo “normal” es llevar un pastillero en el bolso lleno de mil grajeas de diferente naturaleza o puedes llegar a sentirte “discriminado”… En fin, por supuesto que receté a Doña Berta algo… de dije que se comprara un bonito pastillero y que metiera dentro una sacarina y cuando merendara la próxima vez con sus amigas, les dijera con cara muy seria, que no sabia explicar muy bien que tiene, pero que su doctora de cabecera le dijo que tenía que tomarse cada día, a la hora de la merienda esa pastilla sin falta!!...  Y es que a veces no todo está en el principio activo….
R.

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