jueves, 9 de agosto de 2012

....Hay mi rodilla!...

  Quien más quien menos conocemos a alguien que ha sufrido algún problema en la rodilla, concretamente en los meniscos. Hoy quiero hablaros un poco de eta lesión tan frecuente que es su rotura y que sin ser especialmente grave, si puede generar bastantes molestias hasta que se solvente.
  El menisco es un cartílago situado en el interior de la articulación de la rodilla. Tiene forma semilunar y su principal función es aumentar la profundidad de la superficie relativamente plana de la parte superior de la tibia. El menisco distribuye las fuerzas transmitidas a través de la rodilla: soporta alrededor del 40% de la carga que recibe la articulación. Además interviene en la estabilidad a la rodilla.  En la rodilla hay dos meniscos (interno y externo), que actúan como una especie de cojín entre el fémur y la tibia disipando la fuerza del peso corporal transmitida desde el muslo hasta la pierna. Esta capacidad del menisco para repartir la fuerza sobre las superficies articulares es importante porque protege al cartílago articular de un desgaste excesivo. Sin el menisco, la concentración de las fuerzas sobre un área de pequeño tamaño del cartílago articular puede dañar la superficie, conduciendo a su degeneración (artrosis).
  El menisco también aporta estabilidad a la articulación de la rodilla. Transforma la superficie tibial en una cavidad profunda. Una cavidad es más estable que una superficie plana. En ausencia del menisco, el fémur, con forma redondeada, podría deslizarse más libremente sobre la superficie plana de la tibia.
  El menisco puede romperse de varias formas. Puede desgarrarse todo el borde interno, puede desprenderse un colgajo de su borde libre, o la rotura puede ser degenerativa, donde una porción del menisco está dañada y desgarrada en múltiples direcciones.
   Las lesiones meniscales pueden afectar a cualquier edad, pero las causas son algo diferentes en los distintos grupos de edad. En los pacientes más jóvenes, el menisco es una estructura bastante resistente y elástica. Las roturas del menisco en pacientes menores de 30 años generalmente son el resultado de una lesión importante por torsión de la rodilla. Con frecuencia están relacionadas con alguna actividad deportiva. En las personas mayores, el menisco se vuelve más débil con los años. El tejido meniscal degenera y se vuelve menos resistente. Las roturas meniscales a estas edades pueden deberse a un traumatismo menor (por ejemplo, al levantarse de la posición de cuclillas). Las roturas degenerativas del menisco se ven con frecuencia como una parte integrante de la artrosis de rodilla en la población de más edad. En muchos casos, no se recuerda un traumatismo específico que haya roto el menisco.
  El problema más frecuente que aparece con un menisco roto es el dolor. Este dolor puede percibirse en la línea articular (donde se sitúa el menisco) o puede ser más difuso y apreciarse en toda la rodilla. Si la parte rota del menisco es lo bastante grande, puede producir un bloqueo: esto es la incapacidad de extender la rodilla por completo. El bloqueo ocurre cuando el fragmento roto del menisco resulta atrapado dentro del mecanismo de bisagra de la rodilla impidiendo la extensión total (imagínese introducir un lápiz en la bisagra de una puerta e intentar cerrarla). También hay consecuencias a largo plazo de una rotura meniscal. El frotamiento continuo del menisco roto sobre el cartílago articular puede causar el desgaste y fragmentación de esta superficie, conduciendo a la degeneración de la articulación. La rodilla puede inflamarse con el uso y volverse rígida y tensa. Esto se debe a la acumulación de líquido sinovial dentro de la rodilla. No es específico de las roturas meniscales, sino que ocurre cuando se inflama la rodilla por cualquier causa.
  El diagnóstico comienza con la realización de la historia clínica y la exploración. Con esto se trata de determinar dónde se localiza el dolor, si han existido episodios de bloqueo y si usted siente chasquidos o "clicks" al mover la rodilla. Las radiografías convencionales no sirven para ver un menisco roto, sin embargo son útiles para determinar si hay otras condiciones asociadas. La resonancia magnética nuclear ofrece una buena imagen del menisco. Si tras la historia clínica y la exploración aún existen dudas, o si además de la rotura del menisco se sospechan otras lesiones entonces es conveniente realizar la RMN.
  El tratamiento inicial  es el tratamiento básico de cualquier trauma (reposo, hielo, elevación y compresión), combinado con el uso de anti-inflamatorios no esteroideos y medicamentos para eliminar el dolor. Si la rodilla es estable y no se bloquea, el esquema anterior puede ser lo único que necesita, Pero si la historia y la exploración muestran claramente una lesión meniscal, puede realizarse una artroscopia para confirmar el diagnóstico y tratar el problema al mismo tiempo. La artroscopia es una intervención en la que se introduce una microcámara de fibra óptica en la articulación de la rodilla, permitiendo al cirujano ortopédico observar directamente las estructuras internas de la articulación. Realmente la artroscopia permite a su médico mirar dentro de la articulación y valorar el estado del cartílago articular, los ligamentos y los meniscos. En ciertos casos los desgarros meniscales pueden repararse, los pacientes jóvenes con roturas meniscales recientes son los candidatos ideales para la reparación, mientras que las roturas degenerativas en pacientes de edad generalmente se consideran irreparables.
R.

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