jueves, 19 de enero de 2012

Anécdota 2...

   Si es que en el lio que no me meta yo.... en fin, que me pasa de todo y es porque una de mis virtudes o defectos es que me encanta hablar, ( y ya se sabe... el que mucho habla tiene más posibilidades de meter la pata y de todo en general... vamos que como decia mi abuela, " en boca callada no entran  moscas")...
   Esta bastante feo que yo lo diga, pero nací con el mismo don que mi padre, esa facilidad de comunicación y de caerle en gracia a la gente... y es esa capacidad mía la que a veces me hace meterme en ciertos "líos" como el que me paso la pasada semana.
   Fui a una conocida tienda de medias que hay en mi ciudad a comprarme un par de pantis negras, vamos las típicas que usamos en invierno, tupidas y calentitas. En lo que estaba allí, una señora de unos 75 años, dijo que se estaba mareando y que no se encontraba del todo bien, total que como mi consciencia, vocación y juramento hipocrático no me permiten darme a la fuga, me acerque a la señora con ánimo de ayuda, la revise y tras algunas preguntas y tomarle las constantes, por fortuna sólo era una pequeña bajada de tensión por estar caminando durante mucho tiempo y no estar acostumbrada, (caminaba ayudada de un bastón y un tanto tambaleante... y es que nuestra amiga la artrosis no perdona!!).
   Hasta ahí todo bastante normal en el día a día de un médico, ( es curioso, pero somos únicos para encontrar o que nos busquen trabajo allí donde estemos), lo que ya no lo fue tanto es que cuando me iba a ir, acompañé a la señora a la puerta, (entre otras cosas para ver como caminaba y reaccionaba de nuevo al movimiento y decidir si la enviaba al centro de salud más cercano). En estas estaba cuando la señora me dice: “¿sabes hija?, yo lo único que quería hoy era comprarme bragas…. Y con estas tan modernas que se venden ahora no me siento bien, sabes si por aquí podría comprar algunas para mí?”.  Y ahí es donde entra mi don…. Si que sabía, (a menudo voy a esa tienda a comprar para mi madre), así que trate de explicarle que a menos de 100 metros de allí había una lenceria en la que las podía encontrar… tras explicarlo varias veces no me quedo otro remedio que acompañar a la señora…
   Así pues, aquel día… yo también termine comprando bragas…
R.

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