lunes, 17 de febrero de 2014

... Mi piel es.... ¿sensible?.

Cuantas veces hemos oído eso de " tengo la piel sensible", incluso es posible que nosotros mismos la tengamos, no podemos usar cualquier producto, se nos enrojece, nos pica y a veces se nos descama…. Hoy hablaremos de la Dermatitis Atópica, intentaremos conocer sus causas y un poco de la manera de prevenirla.
El término atopia indica la predisposición para reaccionar de forma exagerada frente a sustancias o estímulos ambientales que pueden afectar a diferentes partes del organismo, como el aparato respiratorio o digestivo, y la piel. Un ambiente más frío, mayor humedad ambiental, la calefacción o el contacto directo con tejidos como la lana son factores que alteran la piel de una persona atópica. El otoño es también la época en la que los adultos que todavía estaban de vacaciones se reincorporan al trabajo y los niños vuelven al colegio. Estos cambios comportan un cierto estrés emocional, capaz de desencadenar reagudizaciones de la dermatitis atópica. Aunque carece de un tratamiento definitivo, las recomendaciones se centran en controlar y aliviar sus brotes.
Los pacientes con dermatitis atópica pierden un promedio de tres días laborales al año debido al empeoramiento del eccema que caracteriza a esta enfermedad. Su sueño se altera durante medio centenar de noches. Tanto niños como adultos se exponen a esta pruriginosa alteración, pese a que afecta, sobre todo, en la edad pediátrica. Hasta un 18% de los menores de dos años ha sido diagnosticado y un 20% de las consultas de dermatología pediátrica se refieren a la dermatitis atópica. Al llegar a la adolescencia, en dos de cada tres jóvenes cesan las reagudizaciones, que perdurarán en uno de cada cinco adultos.
Llamada comúnmente eccema (atópico), es una enfermedad de la piel que afecta el cuero cabelludo, la cara y el torso.
Las glándulas sebaceas producen un exceso de grasa con aspecto de escamas Se trata de un trastorno funcional de las glándulas sebaceas que producen una hipersecreción de grasa prurito y con aspecto de escamas.
Se desconocen las causas exactas de este incremento, pero se atribuye a los cambios ambientales propios de los países desarrollados. También la ansiedad y el estrés agravan la dermatitis atópica, ya que empeoran sensiblemente los síntomas cuando el enfermo atraviesa por una situación de mayor tensión..
El síntoma más frecuente es el picor intenso de la zona afectada y las lesiones más comunes son el eccema (enrojecimiento, inflamación, vesículas y costras), el prurigo o pápulas con vesículas en su cúspide, que desaparecen con el rascado siendo sustituidas por una pequeña costra, y la liquenificación o formación de placas de piel engrosada. En esos casos la enfermedad no sólo compromete al aspecto físico, sino que suele afectar al estado emocional debido a que el picor es especialmente nocturno y asociado a menudo a trastornos del sueño.
La dermatitis atópica, al igual que la psoriasis, "afecta a la calidad de vida de forma más intensa que muchas otras enfermedades, dado que cursa con un intenso prurito y requiere cuidados continuos". Sin embargo, "muchos pacientes desconocen que estas molestias podrían aliviarse con la ayuda de corticoides tópicos".
La dermatitis afecta a la calidad de vida dado que cursa con un intenso prurito.
El principal obstáculo para lograr el tratamiento adecuado de esta patología es el infradiagnóstico. Muchos casos de dermatitis atópica pasan desapercibidos hasta que el paciente no se encuentra en una fase avanzada de la enfermedad. Los farmacéuticos pueden ayudar a implicar al paciente en su tratamiento, ya que, a pesar de sus consecuencias, se trata de una enfermedad que muchas veces el paciente no se trata o lo hace de forma deficiente.
Otra de las causas de la falta de constancia es el temor de algunos pacientes a los corticoides. Sin embargo, los corticoides, siempre que se administren de acuerdo con las indicaciones que haya recomendado el médico, son eficaces y seguros. Y si se acompañan de una crema hidratante indicada para restablecer el equilibrio fisiológico de la piel, la recuperación es más completa.
Muchos pacientes desconocen que sufren dermatitis atópica y en lugar de tratarse con corticoides tópicos y cremas emolientes (hidratantes) para frenar la inflamación y recuperar el equilibrio de la piel, recurren a cremas que sólo alivian temporalmente el picor.
Aunque los tratamientos controlan los síntomas, ningún remedio es capaz de curar la dermatitis atópica. Por su condición de enfermedad inflamatoria crónica, esta afección cutánea cursa con brotes y se origina porque el sistema inmunitario responde de forma exagerada a una serie de estímulos externos, ya sean por sudoración, contacto con sustancias irritantes o acción infecciosa por parte de gérmenes.
El principal síntoma durante las reagudizaciones es un intenso picor que lleva al paciente a rascarse y causa en su piel unas lesiones con forma de placas rojas. También es frecuente el rubor local con hinchazón y calor. Tras la remisión, y una vez tratada la inflamación visible, las zonas de piel afectadas recuperan una apariencia externa normal. Sin embargo, desde el punto de vista inmunológico, persiste la inflamación subclínica que, a largo plazo, propicia la aparición de nuevos brotes ante la presencia de cualquier desencadenante.
Prevenir, reducir y espaciar los brotes es fundamental. A pesar de la acción beneficiosa de los tratamientos, hay que afrontar la dermatitis atópica desde la perspectiva de un control a largo plazo de la inflamación subclínica.
R.

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