martes, 12 de junio de 2012

... Duermes?

   Te has parado a pensar como duermes?, si?, no?, sea como sea os voy a hablar un poquito sobre ese problema que nos afecta a todos en algún momento de nuestras vidas… el insomnio.
   El insomnio se caracteriza por una dificultad continuada en la conciliación, mantenimiento o calidad del sueño, pese a dis­poner de tiempo y oportunidad para dormir adecuadamente. En los niños el insomnio suele manifestarse como una resis­tencia a ir a la cama o a dormir de forma independiente (sin los padres o cuidadores). El insomnio afecta al sujeto por la noche y durante el día, cuando sufre las consecuencias del descanso insuficiente. Esto diferencia el insomnio verdadero del “dormidor corto” que precisa pocas horas de sueño pero se siente descansado por la mañana y permanece plenamente operativo durante el día. Las rutinas irregulares de sueño-vigilia con ausencia de ho­rarios estables para acostarse y levantarse, junto con variacio­nes de costumbres sociales y horarios de desayuno, comida y cena, etc. provocan “debilidad” o desincronización de los rit­mos sueño-vigilia. Esto conlleva una escasa propensión al sueño nocturno y una tendencia a la somnolencia diurna. El exceso de bebidas excitantes y fármacos estimulantes del sistema nervioso central (SNC) debe obviamente ser suprimidos. El alcohol puede facilitar el inicio del sueño pero posteriormente lo fragmenta. La abstinencia de fármacos de­presores del SNC provoca insomnio de “rebote”.
   En el tipo de insomnio denominado psicofisiológico, se desarrolla una progresiva asociación de la habitación y la cama con la vigilia. De hecho, estos pacien­tes pueden caer dormidos cuando no se lo proponen, y me­joran sustancialmente cuando duermen en una habitación inhabitual, por ejemplo en un hotel. Este trastorno es fre­cuentemente agudo y autolimitado (insomnio situacional, relacionado con un evento estresante determinado), pero puede perpetuarse (insomnio psicofisiológico crónico).
   Existen a su vez alteraciones psiquiátricas asociadas con el insomnio. Se ha visto que en 3 de cada 4 pacientes con insomnio crónico la causa es psicopatológica, frecuentemente depresión y/o ansiedad. La depresión provoca típicamente acortamiento del tiempo to­tal de sueño por despertar precoz con incapacidad para re­anudar el sueño. El trastorno por ansiedad generalizada oca­siona dificultad para el inicio y/o el mantenimiento del sueño. El tratamiento pertinente con antidepresivos y/o an­siolíticos debe corregir el insomnio debido a depresión o ansiedad respectivamente.
   Otra variante de esta patología es el insomnio paradójico (insomnio subjetivo),es un intrigante trastorno en el que los pacientes reclaman que no duermen mientras si se le realiza un estudio, se atestiguan unos ciclos de sueño completamente normales. La causa es generalmente psiquiátrica. De forma inespecífica pueden mejorar con dosis estándar de melatonina administrada por la noche.
   Hay insomnio por enfermedades médicas y neurológicas que pueden ocasionar insomnio por la irrupción de síntomas nocturnos como dolor, disnea, tos, reflujo gastroesofágico, nicturia, etc., que pueden dificul­tar la conciliación del sueño o interrumpirlo. A su vez, algunos tratamientos de estas alteraciones pueden perpetuar el insom­nio (esteroides, teofilinas, agentes alfa adrenérgicos, etc.).
   Entre las enfermedades neurológicas que pueden ocasio­nar insomnio se encuentran las cefaleas nocturnas, las enfer­medades degenerativas, el traumatismo craneoencefálico y el síndrome postraumático.
   Asi pues y viendo la variedad existente, podemos determinar que el insomnio primario, es obviamente un diagnóstico de exclusión, pero la clave para el diagnóstico reside en comprobar que el paciente duerme mal desde siempre; es decir, desde la infancia. Fre­cuentemente se encuentran antecedentes familiares con las mismas peculiaridades.
   El objetivo del tratamiento es identificar y corregir la causa que lo provoca y evitar enérgicamente su perpetuación. Los fármacos hipnóticos están indicados en el insomnio agudo, que suele depender de un factor estresante circunstancial, pero es controvertido su uso en el insomnio crónico. Sin em­bargo, los pacientes deben dormir y, en esos casos, se asume como mal menor prescribir hipnóticos administrados de for­ma intermitente 2-3 veces por semana. Esta terapia intermi­tente evita la tolerancia y la adicción.
   El tratamiento del insomnio comprende también una se­rie de técnicas no farmacológicas potencialmente eficaces: terapia cognitivo-conductual, técnicas de relajación, entrena­miento autógeno, meditación, bio-feedback y técnicas de con­trol de estímulos.
   Si hablamos de insomnio debemos tener también en cuenta las alteraciones cronobiológicas. La asincronía de los periodos de vigilia y sueño con respecto al ciclo geofísico día/noche ocasiona que el paciente no pue­da dormir cuando lo desea o de acuerdo con los horarios sociales, aunque el tiempo total de sueño en 24 horas sea normal1. Esto conlleva la aparición de periodos de sueño o vigilia en horas inoportunas con la consecuente queja de in­somnio o somnolencia diurna.
   Los trabajos en turnos cambiantes pueden ocasionar también insomnio o excesiva somnolencia de forma transitoria. Para facilitar la adaptación a los cambios de horario laboral debe aumentarse la intensidad de luz durante las horas de trabajo y propiciar una oscuridad estricta en las fases de descanso.
   Las anomalías de la respiración pueden afectar al sujeto du­rante el día y la noche, o pueden presentarse solo durante el sueño. Aunque las enfermedades pulmonares en ocasiones perturban el sueño, la mayoría de las alteraciones respiratorias durante el sueño acontecen en pacientes con pulmones sanos.
   Y por ultimo no debemos olvidarnos del síndrome del cambio rápido de zona horaria (jet lag). Durante los viajes transoceánicos rápidos (en avión), se pro­duce una desincronización transitoria del ciclo sueño-vigilia provocada por un desajuste entre el horario geofísico del punto de partida y el de llegada. En otras palabras, el reloj biológico interno es expuesto a otro ciclo geofísico al cual debe adaptarse. El reajuste ocurre a una velocidad de 88 mi­nutos por día si se viaja al oeste y de 55 minutos al día si se viaja al este. Durante el periodo de desincronización los su­jetos experimentan insomnio o hipersomnia diurna. Además pueden notar irritabilidad y alteraciones de memoria.
R.

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