viernes, 23 de noviembre de 2012

... Doña Ansiedad...

   Quien en algún momento de la vida no ha padecido una crisis de angustia o las también llamadas crisis de ansiedad?... Yo diría que un alto porcentaje de la población ha pasado por algún episodio a lo largo de su vida. Ante todo me gustaría desmitificar que lo que en un principio puede parecer un cuadro grave, con sensación de muerte…no lo es tanto. Vamos a tratar de ver un poquito de que se trata.
   La crisis de angustia, también llamada crisis de ansiedad o ataque de pánico, corresponde a la aparición más o menos repentina, muchas veces sin motivo aparente, de una sensación de miedo intenso acompañado de un importante malestar corporal y una serie de síntomas, que pueden variar entre diferentes personas.

   Estos síntomas pueden ser muy similares a los que se experimentan tras un susto o amenaza externa. Es como si esta respuesta corporal se hubiera hecho muy sensible, saltando la señal de alarma de forma automática, en situaciones normales y no peligrosas.
   A veces no resulta fácil ver cuál es la situación que desencadena una crisis de ansiedad, pero siempre hay una causa, y en muchas ocasiones está relacionada con los propios pensamientos y sensaciones. Por ello, analizar esos pensamientos es el primer paso para afrontar la ansiedad, de forma que puedas aprender a controlar dichos pensamientos antes de que llegue la crisis.
Respecto a la respiración, es bueno practicar a menudo cómo respirar, fuera de la crisis, para que cuando llegue la misma poder sentarte a realizar la técnica. Se trataría de tomar aire lentamente, llenar los pulmones despacio, retenerlo un par de segundos, y expulsarlo también lentamente. Es necesario practicarlo varias veces al día, durante algunos minutos cada vez.

¿Cuáles son estos cambios físicos debidos a la ansiedad y su explicación real?
  • Taquicardia. Ante una situación estresante, el corazón reacciona bombeando más fuerte y rápido para enviar sangre a las zonas vitales que lo necesitan, y así preservar la vida.
  • Pérdida de sensibilidad, palidez, frío. La sangre se concentra en las vísceras, dejando las zonas periféricas con un riego menor.
  • Ahogo, falta de aire, hiperventilación. Aumento de O2 en sangre (estado contrario al ahogo)
  • Bajada de la presión arterial. Producida por la hiperventilación.
  • Dolor en pecho y/o brazo, pinchazos. Tensión muscular en la zona, posturas incorrectas y tensas prolongadas. Patrón anómalo de respiración.
  • Calor, sudor, sofoco. Aumento de temperatura corporal en las zonas vitales, el organismo pone en funcionamiento el sistema de enfriamento (glándulas sudoríferas)
  • Boca seca, náuseas, sensaciones en el estómago. Descenso de la activación del sistema digestivo.
  • Ver “lucecitas”. Sensación molesta de la luz, manchas en la visión. Las pupilas se dilatan para aumentar el campo de visión periférica.
  • Temblores, pinchazos y calambres. Tensión muscular excesiva.
   A pesar de que para hacer un diagnóstico de crisis de ansiedad suele ser suficiente un relativamente pequeño número de síntomas de la reducida lista anterior, en la práctica la variabilidad y diversidad de éstos es mucho mayor, pudiendo afectar y alterar un gran número de sistemas corporales, lo que llega a confundir aún más a la persona que lo sufre.

   Resumiendo, la crisis suele comenzar de forma brusca, alcanzando su máxima intensidad a los diez minutos o menos. No necesariamente debe existir una situación amenazante o un desencadenante claro, pudiendo encontrarse la persona más o menos tranquila en los momentos previos o incluso dormida. Además de aparecer algunos de los síntomas corporales de los listados anteriores, y que varían de persona a persona, este estado va acompañado de una intensa sensación de peligro, muerte inminente y la imperiosa necesidad de pedir ayuda o escapar. El tratamiento de las crisis de pánico es una combinación de medidas farmacológicas y psicoterapéuticas, en general de tiempo breve y de buen pronostico, no representando un riesgo para la salud física.

   Como siempre, espero sinceramente haberos ayudado un poquito a comprender esta patología.

R.

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